El museo sacro es uno de los sitios más interesantes de nuestra ciudad. Queda justo frente a la Plaza Bolívar de Caracas y es un lugar que pocos conocen y vale la pena visitar.
El Museo Sacro de Caracas ocupa un espacio urbano pleno de significaciones: es el sitio desde el cual y a partir del siglo XVII, las vivencias religiosas de los caraqueños dieron forma a su templo mayor y lo poblaron con los testimonios de la fe cristiana. El edificio hoy destinado al Museo fue mandado a construir por el Obispo Críspulo Uzcátegui en 1884 como sede para el Colegio Episcopal, lo cual fue una manera de sortear la orden del cierre de los seminarios emitida por el gobierno de Antonio Guzmán Blanco. El Colegio Episcopal fue en rigor el Seminario Menor de Caracas que tuvo su sede en esta casa hasta 1924. Desde entonces y hasta la década de los setenta, la edificación albergó al diario católico "La Religión", hasta que mediante un acuerdo con la Junta Nacional de Patrimonio, se deicidió su restauración y posterior uso museístico.
Traspasar la puerta de esa edificación es como hacer un viaje en el tiempo trescientos años hacia atrás, porque el severo espacio arquitectónico, las piedras, el ladrillo, la tapia, salen al encuentro del visitante pata dar testimonio del pasado. Antes de acometer la recuperación del edificio se realizo una excavación arqueológica que reveló la presencia de importantes instalaciones coloniales y evidencias de la actividad del Seminario como son los objetos que pueden apreciarse en la vitrina ubicada a la entrada del Museo.
Traspasar la puerta de esa edificación es como hacer un viaje en el tiempo trescientos años hacia atrás, porque el severo espacio arquitectónico, las piedras, el ladrillo, la tapia, salen al encuentro del visitante pata dar testimonio del pasado. Antes de acometer la recuperación del edificio se realizo una excavación arqueológica que reveló la presencia de importantes instalaciones coloniales y evidencias de la actividad del Seminario como son los objetos que pueden apreciarse en la vitrina ubicada a la entrada del Museo.
La cárcel eclesiástica
Otro espacio de fuerte impacto para el visitante es el calabozo de la cárcel eclesiástica, construída en 1713. Allí, durante los siglos XVII y XVIII, cuando la Iglesia ejercía el derecho a juzgar y condenar a sus propios miembros, fueron recluídos aquellos que la Iglesia encontró culpables de faltas graves en su contra. Más adelante, el osario o fosa común que se dejó abierto para que pueda ser conocido por los visitantes al Museo y junto al mismo, doce nichos sellados donde se supone reposan los restos de los primeros obispos. Al frente, las lápidas funerarias de prelados tan importantes como el Obispo Diego de Baños y Sotomayor, el Obispo Mariano Martí y el Arzobispo Francisco de Ibarra, primer venezolano que recibió tal nombramiento.
Otro espacio de fuerte impacto para el visitante es el calabozo de la cárcel eclesiástica, construída en 1713. Allí, durante los siglos XVII y XVIII, cuando la Iglesia ejercía el derecho a juzgar y condenar a sus propios miembros, fueron recluídos aquellos que la Iglesia encontró culpables de faltas graves en su contra. Más adelante, el osario o fosa común que se dejó abierto para que pueda ser conocido por los visitantes al Museo y junto al mismo, doce nichos sellados donde se supone reposan los restos de los primeros obispos. Al frente, las lápidas funerarias de prelados tan importantes como el Obispo Diego de Baños y Sotomayor, el Obispo Mariano Martí y el Arzobispo Francisco de Ibarra, primer venezolano que recibió tal nombramiento.
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